jueves, 28 de diciembre de 2017

Más reflexiones desde México

Barbara Bertoni y Tomás Serrano Coronado, traductores de Italia y de México, respectivamente, luego de leer la ponencia de Gerardo Piña, publicada en este blog el viernes pasado, nos enviaron el siguiente texto a propósito del Laboratorio Trādūxit, de traducción literaria colectiva del italiano al castellano, del Instituto Italiano de Cultura Ciudad de México. Éste nació en 2015 y desde entonces ha sido coordinado “a cuatro manos” por ambos traductores..  En el laboratorio, con participantes presenciales y a distancia (España y Argentina), se traduce con miras a la publicación y respetando la variante lingüística de los participantes.

Al Laboratorio Trādūxit le interesa difundir la literatura italiana en los países de habla hispana y producir traducciones en las que los lectores de cada país se reconozcan. La más reciente traducción del Laboratorio Trādūxit, Cuerpo de Tiziano Scarpa,fue publicada en noviembre de este año por la editorial mexicana independiente Abismos. Los primeros diez capítulos, en cuatro variantes del español (México, Argentina, España y Cuba), pueden consultarse en el siguiente link: https://issuu.com/barbarabertoni/docs/cuerpo_-_tiziano_scarpa. También el Periódico de Poesía de la Universidad Nacional Autónoma de México publicó dos fragmentos de la traducción en el número de noviembre (N° 104): 
http://periodicodepoesia.unam.mx/index.php/4918.

El siguiente taller empezará el 9 de febrero de 2018 y las inscripciones ya están abiertas. Para más información escribir a: seminariotraduzione@gmail.com.

Una propuesta para favorecer la difusión de la literatura 
italiana en México y América Latina

Las traducciones de literatura italiana, casi siempre, nos llegan a México de otros países; de España y de Argentina, principalmente. Desde un punto de vista puramente económico, este hecho resulta conveniente y comprensible para los editores; no es así desde una perspectiva lingüística y cultural, desde la cual cuanto más oral es un texto, tanto más disfuncional resulta éste para el público de la misma lengua, pero de una variante distinta, pues, como se sabe, los actos de habla están determinados culturalmente. Si a esto añadimos que muchas de las traducciones hechas en España a lo largo del siglo XX fueron objeto de la censura franquista –y que hasta ahora se siguen reeditando así–, podemos imaginar la distancia que existe entre éstas y los originales en italiano.

Igualmente, son de sobra conocidas las políticas actuales de los grandes consorcios editoriales que le exigen al traductor un uso de una norma panhispánica que ellos mismos no conocen y llaman un “español neutro” que, supuestamente, resulte comprensible para todos los hablantes de español. Dicha política editorial tan impuesta en México sólo tiene como efecto, por un lado, que ningún lector se reconozca como destinatario de esas traducciones y que la ajenidad que va implícita en ellas se acentúe mucho más; y, por el otro, que estilo, tono y contenido de la traducción se difuminen. De allí entonces que nosotros propongamos traducir un texto literario para cada comunidad lingüística, es decir para cada variante del español. En el caso específico de Corpo, tradujimos al español de México y, gracias a nuestras participantes a distancia y aun amigo escritor, también al de Argentina, España y Cuba.

El Laboratorio Trādūxit logró derrumbar las fronteras geográficas gracias a internet, pero en lo que se refiere a las fronteras lingüísticas, en cambio, decidimos mantenerlas. Es decir que los participantes que nos siguen a distancia de otros países tienen la libertad de traducir a su propia variante, sin ningún tipo de imposición por nuestra parte (es decir por parte de los mexicanos, que son la mayoría). 

Las reflexiones de algunos traductólogos de renombre nos sirvieron de estímulo para emprender algunas iniciativas encaminadas a resistir a las políticas editoriales de sobra conocidas en México. Así, por ejemplo, Lawrence Venuti nos advierte sobre la necesidad de resistir a esa hegemonía occidental de pensar y ejercer la traducción cuyo riesgo mayor es la monoculturalización del mundo[1]. Para MariaTymoczko:

La traducción no surge en un espacio neutral: eso es cierto tanto si consideramos a los agentes de la traducción, a sus procesos o a sus productos. Todos tienen posiciones éticas, políticas e ideológicas […] Dado que los traductores se hallan entre los principales mediadores culturales, su trabajo tiene serias consecuencias geopolíticas que exigen una autoconciencia y un autoexamen éticos. […] los traductores deben mostrarse autorreflexivos sobre sus conceptos preteoréticos y sus prácticas traductivas, ya que, de lo contrario, la traducción en la época de la globalización sólo puede ser un instrumento de dominio y hegemonía.[2].

Igualmente importante es mencionar a Even-Zohar que, desde su teoría de los polisistemas,  nos muestra el papel fundamental que juega la traducción en los sistemas literarios de la cultura de llegada; una teoría que retoma André Lefevere, según el cual la traducción debe considerarse una reescritura de un texto original que refleja, independientemente de su función, una determinada ideología y una determinada poética, manipulando así la “imagen” de una obra literaria según el público destinatario. El control del que habla Lefevere se lleva a cabo a través de dos canales distintos: por un lado, existen los llamados “profesionales de la literatura”, es decir críticos, historiadores, profesores, escritores, que actúan en el interior del sistema mismo encargándose de cultura a nivel institucional y tratando de establecer las temáticas y las formas que la literatura debe asumir; por el otro, existe una “estructura patrocinadora” formada por personas, casas editoriales, instituciones culturales que intervienen y regulan el sistema desde el exterior, que disponen de los medios necesarios para influenciar las elecciones de los escritores y de los traductores, y, dado que se vinculan a la ideología política del país, tienen el poder de promover o de obstaculizar la producción, la traducción y la difusión de una determinada literatura. En consecuencia, continúa Lefevere, “ante estos sistemas de control –dirigidos a regular la producción original y a limitar el impacto de las traducciones en la literatura del país-, los autores y traductores tienen dos posibilidades: someterse a las directivas impartidas u oponerse al sistema mismo, introduciendo elementos poéticos o de contenido que no se adecuan a las disposiciones vigentes”[3].

Por otro lado, han influido en nuestraintención de oponernos al sistema los comentarios de los autores que hemos traducidoen anteriores ediciones del Laboratorio Trādūxit. Pino Cacuccinos compartió su beneplácito de verse traducido al español de México, puesto que el libro que tradujimos tenía a México como telón de fondo y muchos personajes eran mexicanos, le parece justo que sea así:

Queridas y queridos de la formidable “brigada” de traductores, estoy verdaderamente orgulloso de que hayan puesto tanta pasión en este trabajo, seguramente la mejor traducción para México de esta novela en la cual puse todo mi amor a México y también mi dolor por las tragedias de su historia pasada y presente.
Es una pena no estar con ustedes en esta ocasión, pero confío en que tendremos otras oportunidades, y entonces será una alegría estar juntos.
Gracias de corazón, que nunca es “demasiado”.[4]

Rosa Matteucci, por su parte publicó en su página personal de Facebook, a propósito de la presentación de Constelación familiar en el Instituto Italiano de Cultura Ciudad de México:

Ignoraba que en México, donde se habla un español con tantas diferencias dialectales y sentimentales, los mexicanos solamente podían leer a los autores extranjeros en español ibérico, lo cual, señores míos, es como si nosotros los italianos estuviéramos obligados a leer a Philip Roth o a Faulkner en dialecto genovés. ¡Qué vergüenza! La traducción de mi novela al español mexicano es un acto de justicia social e intelectual. ¡Arriba la revolución literaria![5]

Es por todo esto que redactamosun texto que enviamos a los autores que traducimos para que ellos, a su vez, lo hagan circular entre otros autores y así propiciar que se traduzcan y publiquen sus libros en América Latina:

COMUNICADO

Barbara Bertoni y Tomás Serrano, coordinadores del Laboratorio Trādūxit, laboratorio de traducción literaria colectiva del italiano al español de México, conjuntamente con los participantes, consideradas las políticas editoriales imperantes en México, nos permitimos compartir con ustedes las siguientes reflexiones:

1.         1- En México el mercado editorial es dominado por grandes consorcios editoriales que publican y distribuyen traducciones hechas en España o en un español supuestamente neutro.

2.     2-Paralelamente, en nuestro país existen pequeñas editoriales independientes que distribuyen traducciones pensadas sólo para lectores mexicanos y, puesto que el mercado es reducido y los tirajes no muy altos, sobreviven con muchas dificultades o gracias a pequeñas subvenciones gubernamentales.

3.         3- Si bien es cierto que existe un español estándar o panhispánico –el español de las ciencias-, en el caso de la literatura no basta para recrear toda una serie de actos de habla que obedecen a aspectos puramente socioculturales y que siguen criterios pragmáticos propios de cada comunidad hablante.

4.         4- Es nuestra convicción que, a fin de que los lectores mexicanos se reconozcan en las traducciones que leen y éstas no les resulten disfuncionales, las editoriales mexicanas deberían publicar únicamente traducciones a esta variante, diferente morfosintáctica y léxicamente de las otras variantes del español.

5.      5- Normalmente los escritores italianos tienen agentes italianos que trabajan de la mano con sus homólogos españoles. Estos últimos, por obvias razones económicas, prefieren vender los derechos mundiales de traducción al español a editoriales que, pese a que en sus tirajes consideran a los lectores de países latinoamericanos, no consideran el grado de recepción de sus traducciones más allá de España.
6.    
           6-  Por otro lado, puede también pasar que los derechos mundiales de traducción al español se vendan a editoriales españolas que no distribuyen en los países de América Latina. Estas políticas editoriales traen como consecuencia una difusión muy limitada, es decir sólo europea, de la literatura en lengua italiana porque impiden que ésta se traduzca a otras variantes del español y el libro se dé a conocer en América Latina.

   Con base en las consideraciones anteriores, con el propósito de combatir el papel hegemónico de los grandes consorcios editoriales y por el bien de escritores en lengua italiana, así como de traductores y lectores mexicanos, nos permitimos sugerirles cuanto sigue:

1.     1- Antes de firmar un contrato de cesión de derechos de traducción al español, aconsejamos a los escritores en lengua italiana, averiguar si la editorial tiene distribución en América Latina y, de no ser el caso, especificar que se están cediendo los derechos de traducción al español únicamente para el territorio donde distribuye la editorial.

2.       2-  Desconfiar de la funcionalidad de las traducciones a un español neutro cuyo único resultado es que ningún lector se reconozca en ellas, sobre todo si el texto traducido presenta un alto grado de oralidad.

3.     3- Apelamos al buen juicio de los escritores italianos y suizo-italianos para entender que las editoriales independientes de México y de muchos países de Hispanoamérica no pueden pagar adelantos importantes por cesión de derechos puesto que el tiraje y los precios de ventas no son comparables con los de los grandes grupos editoriales.

Por nuestra parte, para alcanzar los propósitos ya expuestos, nos comprometemos a servir de enlace entre editores independientes y autores; a hacer la máxima difusión de las obras traducidas con presentaciones, publicación de fragmentos en revistas, así como con ponencias en foros nacionales e internacionales; y a recurrir a colegas traductores de otros países latinoamericanos para adaptar los textos a su variante y buscar editores para su publicación.





[1] Venuti, Lawrence, The translator's invisibility. A history of translation, Abingdon, Routledge, 2008.
[2]Tymoczko, Maria, “Traducción, ética e ideología en la época de la globalización”, Transfer I: 1 (mayo 2006), pp. 4-34, 2006.
[3]Lefevere, André, Traducción, reescritura y manipulación del canon literario, trad. África Vidal y Román Álvarez, Salamanca, Colegio de España, 1997.
[4]Comunicación personal del autor, 1 de abril de 2016.
[5] Publicación de la autora en Facebook, 1 de diciembre de 2016.

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