jueves, 14 de julio de 2016

Una entrevista con Miguel Ángel Petrecca, poeta, traductor y librero

La siguiente entrevista con Miguel Ángel Petrecca fue realizada por Darío Semino y publicada en el blog de la librería La Libre.

La parada latinoamericana de París

Si algo llama la atención de las librerías parisinas es el nivel de especialización que tienen. No es extraño encontrarse con pequeñas, medianas y en algunos casos grandes librerías dedicadas enteramente a temas que van desde ciencias sociales, filosofía, arte y diseño hasta culturas africanas o el islam y el mundo árabe. Y con las culturas también vienen los idiomas. Hay un par de librerías en inglés, como la famosa Shakespeare and Co, una en portugués, otra en ruso y hasta una hermosa y coqueta en polaco. A esa diversidad se sumó en septiembre del año pasado Cien fuegos, una librería hispanoamericana, con libros principalmente en castellano. Si uno se da una vuelta por ahí una tarde lo encuentra al argentino Miguel Ángel Petrecca. Poeta, traductor y editor del sello Gog y Magog, y ahora también librero parisino, Miguel Ángel habla de libros y viajes a través del espacio y las lenguas. Y nos deja espiar un poco el funcionamiento del mundo libresco de la ciudad literaria por excelencia-

“La idea de Cien fuegos sale de hablar un poco con la gente de acá. Mucha gente me hablaba del Salon du Livre Argentin, que había cerrado un par de años de que yo llegara. Desde el cierre del Salon había quedado un hueco, era raro que no hubiera una librería de literatura hispanoamericana o latinoamericana en París; raro en el contexto de París, que tiene tantas librerías especializadas, y que de hecho siempre tuvo librerías hispanas. Ese fue el origen. Y después surgió la posibilidad de concretarlo gracias a mi socio, Marcelo Jouliá, un arquitecto que también es argentino y vive acá hace muchos años. También para mí era una oportunidad de hacer algo relacionado con los libros, que me permite tener un vínculo con Argentina mientras termino el doctorado.”

Apacible como se lo ve, Miguel Ángel se moja los labios con lenguas de tres continentes. Además del castellano natal y el francés que le demanda vivir acá, junto con el inglés que nunca falta, su fuerte es el chino. Ahora está haciendo el doctorado en literatura china. Su fascinación por la poesía de ese país lo llevó a estudiar el idioma. Estuvo dos veces viviendo en Pekín, perfeccionando su conocimiento del habla y la escritura. Allí pudo conocer en persona a varios de los poetas que tradujo para la antología Un país mental, editada por Gog y Magog. Con modestia dice que lo suyo es algo que está “en el aire de la época”, porque hoy existen varios canales para encarar el aprendizaje del chino que antes no existían. Como si estudiar chino fuera cosa de todos los días.

¿Cómo surgió la idea de Un país mental?
–Ocurrió que si bien yo me acerqué a estudiar el idioma por la poesía clásica, lo que estudias en un primer momento no es chino clásico sino contemporáneo, que tiene bastantes diferencias. Se suele usar la comparación, para dar una idea, con la diferencia que hay entre el latín y las lenguas romances. Entonces tenía las herramientas para entrar por el otro lado del túnel, que es menos conocido. Porque lo que se suele traducir es la poesía clásica.

En la editorial las traducciones tienen un lugar bastante importante.
–Sí, eso es algo que se fue dando. Tuvo bastante que ver también con el perfil de Julia Sarachu, una de las fundadoras, que también es traductora y se especializa en literatura eslovena. Por eso hay muchos títulos del esloveno en nuestro catálogo. La traducción es un manera de vitalizar los modos de escritura, de presentar herramientas nuevas, nuevos procedimientos, puntos de vista, voces, etc.. Hace unos meses editamos una antología buenísima de la poeta norteamericana Sharon Olds (a cargo de Inés Garland e Ignacio Di Tullio) y ahora estamos por sacar una antología de Francis Ponge, preparada y traducida por el poeta chileno Waldo Rojas.

A su vez siempre es polémica la traducción de poesía, porque se suele considerar que ésta se encuentra en el límite de lo traducible.
–Es cierto, por eso siempre buscamos que las traducciones estuvieran hechas por poetas. Como es el caso de la traducción de Dante que hizo Aulicino. O la de Mark Strand, de Ezequiel Zaidenwerg, o la de James Schuyler, de Laura Wittner. Para que tengan una reflexión sobre la traducción por el lado de la poesía. Y creo que se nota, que en cada caso se ve que hay un trabajo personal.

Volviendo a París, cómo es el mundo del libro acá.
–Lo primero para mí, que creo que está buenísimo, es que el libro es barato. La sensación es que acá realmente todo el mundo tiene una biblioteca. Podés ir a las librerías de usados, o a los puestitos que están al lado del río y encontrar las ediciones de bolsillo por dos o tres euros. Entonces armar una biblioteca es fácil. Eso me parece increíble, porque uno en Argentina está acostumbrado a que el libro duela. Y que la biblioteca se va armando a través de los años, de buscar los saldos y comprar uno nuevo más excepcionalmente. En cambio acá hay una especie de sobreoferta de libros, no es raro encontrar libros tirados en la calle, a veces con un cartelito para que el que pasa se los lleve. También es cierto que acá la gente lee mucho. Como en Buenos Aires. En los medios de transporte se ve mucho. No tanto en los cafés. En los cafés se juntan a tomar, no son tanto un lugar de lectura o escritura. Las mesas no son cómodas, se nota que no están para eso. No es como los cafés de Buenos Aires. Otra cosa es que el mercado también está muy regido por la moda y los tiempos. Cuando llega septiembre, que es como el comienzo del año, se da lo que se llama la “rentrée”, que es un momento muy importante a nivel mercado. Se nota que las editoriales apuestan muy fuerte a ese momento, ponen toda la carne al asador. De alguna manera la suerte de la editorial el resto del año se juega ahí. En lograr vender y promocionar las novedades. Y se nota que hay toda una cultura de comprar los libros de la “rentrée” para poder conversar, para estar en tema.

¿Y a nivel más informal o más pequeño? ¿Hay editoriales independientes?
–Justamente este fin de semana hubo un evento que fue el Marché de la Poésie, ahí se podía ver todo un ecosistema de pequeñas editoriales de poesía que raramente aparece en las librerías. Es algo que te sorprende porque de repente ves surgir a la superficie un montón de cosas que uno pensaba que no existían. Son proyectos que se sostienen circulando por ferias y eventos de ese tipo. Hay también una feria del libro independiente, que es algo bastante institucional, no como sería la FLIA allá, también está la feria del libro de arte y varias más.

¿Editar es barato?
–No tengo mucha idea de los costos, sí sé que algunos editores están imprimiendo en otros países de la comunidad europea.

¿Y el Estado tiene políticas de apoyo?
–Sí, hay varias instituciones que apoyan a nivel regional. Pero además está el CNL (Centre National du Livre) que es la institución fuerte en el área, y que tiene todo tipo de ayudas para los editores, para las traducciones, para las librerías, incluso para las librerías francófonas que están en el exterior. Eso posibilita muchas cosas. Muchas de las traducciones del francés que se publican en Argentina tienen este tipo de apoyo.

Y para una librería como esta, con textos principalmente en castellano, ¿qué tipo de lectores hay?
–Es algo que lo estamos explorando de a poco. La tipología de nuestro público es por un lado la comunidad latina, que es muy grande aunque no es la que tiene mayor poder adquisitivo, más que nada porque muchos son estudiantes. Hay muchos peruanos y también argentinos, chilenos, colombianos, mexicanos y españoles. Y el otro público son los estudiantes universitarios franceses o europeos que cursan carreras sobre temas latinoamericanos. Y después también hay muchos franceses que viajaron o estudiaron y que se animan a leer en castellano. Y por último está la otra pata que es la venta por internet. Tenemos una parte del catálogo subido y van saliendo cosas para mandar a otros lugares como España o Italia por ejemplo.

Además de libros por Cien fuegos circulan personas. No solamente lectores en busca de materiales en castellano sino también escritores, editores y traductores. Presentaciones, lecturas y talleres van apareciendo en la agenda cada semana. De a poco se va sabiendo que hay en París un rincón para todos los castellanos que forman el castellano.


Más información sobre la librería: http://cienfuegos.in/
Sobre Gog y Magog: http://www.gogymagog.com/
Las fotos son de Fernanda Catullo: https://goo.gl/5ef79m



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