miércoles, 7 de octubre de 2015

"Una casa grande y agradable"

Eduardo Paz Leston, escritor y traductor, además de editor de distintos libros que  reúnen textos de Victoria Ocampo, publicó el siguiente artículo sobre las relaciones de la directora de Sur y Albert Camus, en el diario La Gaceta, de Tucumán, el 6 de septiembre de 2010. La bajada de la nota dice: “La creadora de la mítica revista Sur y el autor de La peste, de cuya muerte se cumplió medio siglo este año, forjaron una estrecha relación. El escritor francés colaboró asiduamente en Sur y vino a la Argentina en 1946.

Victoria Ocampo y Albert Camus

EL
Albert Camus fue uno de los más destacados escritores y filósofos de Francia. Nació en Argelia, en una familia de colonos franceses. Dentro de su obra se destacan La peste, El extranjero, El mito de Sísifo y El hombre rebelde. Ganó el premio Nobel de Literatura en 1957, cuando tenía 44 años. Murió tres años más tarde en un accidente de auto.

ELLA
Victoria Ocampo fue escritora y traductora pero fue, sobre todo, una de las mayores promotoras culturales de nuestro país. En la década del 30 fundó y dirigió Sur, la revista cultural más prestigiosa de la Argentina. Entre sus colaboradores figuraban escritores de la talla de Borges, Thomas Mann, Henry Miller y T.S. Eliot.

Así recordaba Victoria Ocampo el verano de 1946: "El corredor que rodea mi casa es como la cubierta de un barco, un barco que navega en todos los verdores de la tierra. Yo iba y venía por esa cubierta dictando. José Bianco escribía a máquina. Era verano. Acababa de leer -de descubrir con entusiasmo- Calígula, obra de un desconocido". 

¿Qué significaba Calígula para Victoria Ocampo? En primer lugar, era una alegoría de la dictadura. (Los argentinos ya tenían experiencia de los gobiernos de facto y de las democracias aparentes.  Ese año comenzaba la más prolongada y más cínica de todas.) En segundo lugar, la creación de un personaje obsesionado por lo absoluto. Ese lado metafísico del personaje era lo que la atraía en T. E. Lawrence, el escritor inglés a cuya compleja personalidad había dedicado un ensayo que sería publicado en Francia al año siguiente.

Cuando Victoria Ocampo pidió los derechos de traducción a Gallimard, Roger Caillois le contestó en nombre de la editorial francesa: "Te envié un cable indicándote el precio de publicación en una revista. Camus está encantado. Te estima mucho. Conoce Sur y ha leído tu Lawrence."

Calígula apareció en la revista Sur, en los números de marzo y abril de 1946. Por entonces Victoria Ocampo se encontraba en Nueva York preparando su largo viaje a Europa -estuvo allí alrededor de diez meses-, para entrevistarse con editores y escritores ingleses y franceses con el fin de obtener colaboraciones para dos números especiales de su revista, dedicados respectivamente a las letras inglesas y francesas. Cuando supo que Camus daba una conferencia, asistió y fue luego a saludarlo: "Soy su traductora -le dijo-. Sur. Buenos Aires"

Victoria Ocampo cuenta que se vieron varias veces durante ese viaje. Salían a caminar, almorzaban juntos, iban al teatro, etcétera. En recuerdo de aquellos días, Camus le dedicó su melancólica evocación de esa ciudad titulada Lluvias de Nueva York. Sin embargo, en su detallado diario de viaje de aquel año, que abarca su gira por los Estados Unidos y Canadá, Camus no la menciona. ¿Habrá pensado Camus -asediado por mujeres de diferentes edades a lo largo de su viaje- que la atracción que sentía por él no era exclusivamente intelectual? Es probable. También es probable que Victoria Ocampo no fuera consciente de lo que sucedía. De todos modos, volvieron a encontrarse en París unos meses más tarde y la amistad entre ellos fue muy fructífera para ambos.

En una carta del 20 de julio escrita desde París, Victoria le cuenta a su hermana Angélica: "Comí con Camus el jueves. Es de verdad una de las mejores veladas, en realidad la mejor que pasé en París. Me  parece inteligente, humano, honesto, encantador." Más adelante agrega: "Camus tiene muchos deseos de publicar libros argentinos y le he prestado varios. Vendrá a Buenos Aires."

El anunciado número de Sur dedicado a las letras francesas apareció finalmente en el verano de 1947. Entre las colaboraciones de ese número memorable había una de Camus titulada Desterrados en la peste. Se trataba de la primera versión de un capítulo de La peste. Por cierto, La peste saldría en Francia en junio de ese año.  

Al año siguiente la editorial Sur publicó La peste y, en  junio de 1949, Camus le anunció su postergado viaje a América del Sur, pero le dijo que estaba signado por la mala suerte. Acaba de enterarse de que El malentendido había sido prohibido por la censura argentina. Por un lado, no estaba convencido de que ese viaje fuera oportuno; por el otro, era atacado en la prensa por su posición antitotalitaria que no se prestaba al juego de los comunistas y necesitaba ausentarse de París por un tiempo. 

En la Argentina
Como evitaba el avión, Camus hizo el viaje en barco hasta Brasil, donde permaneció cerca de un mes. De allí fue hasta Uruguay, donde dio una conferencia en Montevideo. El 12 de agosto desembarcó temprano a la mañana en Buenos Aires. El Quai d'Orsay, que había organizado la gira de Camus, le advirtió que tuviera una actitud distante con Victoria Ocampo y sus amigos. Cuando el agregado cultural de la embajada de Francia le preguntó cual sería el tema de su conferencia. Camus contestó: La libertad de expresión. En ese caso, le advirtió el diplomático, el texto tendría que ser aceptado por la censura. Camus no sólo se negó a dar la conferencia anunciada sino que no quiso que su visita tuviera carácter oficial.

Se solidarizó con Victoria Ocampo y los escritores del grupo Sur, opositores al gobierno peronista. Dice Victoria Ocampo en el artículo ya citado: "Camus sabía perfectamente a quién daba su adhesión y por qué; aquí como en otras partes del mundo. Y su adhesión fue siempre abierta, clara". 

Las dos noches que pasó en Buenos Aires, Camus vivió en Villa Ocampo. El día de su llegada hubo una recepción a la tarde, probablemente en la embajada de Francia. Camus no lo especifica. En su diario de viaje cuenta, en cambio, que "aterrizó" en casa de Victoria Ocampo, "una casa grande y agradable, en el estilo de Lo que el viento se llevó. Gran lujo antiguo. Tengo ganas de acostarme y de dormir hasta el fin del mundo."

Al leer los diarios al día siguiente, Camus advirtió que la prensa peronista omitió o suavizó sus declaraciones del día anterior. Almorzó con el director del diario La Prensa y a la tarde Victoria Ocampo le organizó en su casa una reunión con 40 intelectuales argentinos. Esa última noche comió a solas con Victoria. Conversaron, escucharon una ópera de Britten y algunos poemas de Baudelaire grabados por Victoria y que Camus calificó de "admirables". 

El 14, Camus viajó en avión a Santiago de Chile y de allí regresó muy enfermo a París. Otra vez sufría de tuberculosis. Siguió enviando colaboraciones a Sur, entre otras, capítulos inéditos de L'homme revolté -erróneamente traducido en la Argentina como El hombre rebelde- y El artista preso, su artículo sobre Oscar Wilde. Camus, no está demás recordarlo, era un notable crítico literario. Basta mencionar su "Introducción a las Máximas de Chamfort" y su artículo sobre las novelas de Roger Martín du Gard.    
    
En el mismo número en que salió "El artista preso" -mayo/junio de 1953-, Sur incluyó el artículo de Thierry Maulnier, "El problema moral del comunismo", en solidaridad con Camus. Camus había sido atacado por Sartre y Jeanson a raíz de la publicación de L'homme revolté. En lo que respecta a la supuesta debilidad de sus argumentos, Camus respondió: "La verdad que hay que rescribir y reafirmar frente a su artículo es que mi libro no niega la historia (negación que carecería de sentido) sino que critica solamente la actitud que tiende a hacer de la historia un absoluto".

Cuando Camus se dedicó a hacer adaptaciones teatrales como un medio de salir de su bloqueo, Victoria Ocampo, cuya primera vocación había sido el teatro, tradujo dos de ellas: Los poseídos y Requiem para una reclusa, sobre sendas novelas de Dostoievsky y Faulkner.

Tanto Albert Camus como Victoria Ocampo practicaron la honestidad intelectual sin medir las consecuencias. Se negaron a pactar. Prefirieron la soledad. 





No hay comentarios:

Publicar un comentario