lunes, 1 de junio de 2015

Panhispanismo: una idea de Franco con la que torpemente insiste la mal llamada "Madre Patria"

Acaso para matizar un poco las opiniones vertidas en algunas de las entradas de la semana pasada, tal vez valga la pena recurrir a la siguiente entrevista que Evan Romero-Castillo realizara para Deutsche Welle el 21 de marzo de 2010 con el Dr. Walther L. Bernecker, de la Universidad de Erlangen-Nuremberg.

“El panhispanismo es un concepto eurocentrista y obsoleto”

La historia de la consumación de las independencias latinoamericanas, muchas de las cuales cumplen 200 años entre 2009 y 2011, es al mismo tiempo la historia de un proyecto frustrado de manera recurrente: el de una integración de escala continental, desde el río Bravo hasta la Patagonia, pasando por las islas del Caribe, más allá de los intercambios comerciales y tan profunda como las raíces que comparten los pueblos de la región, al menos en el imaginario colectivo de los latinoamericanos.

Deutsche Welle conversó al respecto con el Dr. Walther L. Bernecker, profesor de la cátedra de Relaciones Internacionales y Culturas de Lenguas Romances en la Facultad de Derecho y Ciencias Económicas de la Universidad Friedrich Alexander de Erlangen-Nuremberg, y conocedor de la historia española, portuguesa y latinoamericana de los siglos XIX y XX.

–Deutsche Welle: Se suele decir que, al contrario de los países que hoy integran a la Unión Europea, aquellos en América Latina que se independizaron de la Corona española en el siglo XIX tienen un idioma, una cultura y también problemas comunes; se supone que eso debería haber propiciado el acercamiento entre todos ellos y favorecido el establecimiento de una alianza grande y fuerte. ¿Era el proyecto de una Latinoamérica unida realmente factible en el siglo XIX, una vez culminadas las batallas de emancipación?
–Bernecker: Las declaraciones de independencia dejaron claro que eso que conocemos como el Imperio español nunca fue una unidad. El único elemento de cohesión era la Corona española y, cuando ésta se debilitó, la posibilidad de mantener a este imperio unido se redujo a su mínima expresión. Uno pudo constatar tempranamente que las diferencias entre las distintas regiones que se independizaron de España eran más grandes que las semejanzas. Al final de su vida, Simón Bolívar se dio cuenta de que el gran sueño de una Latinoamérica unida –que él intentó convertir en realidad– estaba condenado al fracaso desde el principio.

–Deutsche Welle: Sin embargo, la aspiración de agrupar a los países latinoamericanos para que lograran hablar con una sola voz en la escena internacional siguió siendo vista como una ambición razonable y no como el delirio de un héroe de la Independencia. De hecho, muchas personas en América Latina todavía tienen la impresión de que los esfuerzos sucesivos por unir a los países emancipados de la región han sido saboteados sin pausa por Estados Unidos y las potencias europeas.
–Bernecker: En el marco de algunos desarrollos económicos yo no excluiría la posibilidad de que las dificultades de Latinoamérica puedan ser atribuidas a influencias externas, aunque eso amerita una investigación histórica sólida. Pero, en lo que a la unidad del subcontinente se refiere, está claro que no fueron influencias externas las que sabotearon o impidieron los proyectos de integración, sino las confrontaciones dentro de Latinoamérica misma y la falta de acuerdos en cuestiones fundamentales.

Empecemos en 1826, el Congreso de Panamá fue saboteado por los propios latinoamericanos; sus países no enviaron a sus representantes porque no tenían interés alguno en integrarse regionalmente o crear una gran unidad. La Gran Colombia se desintegró no por influencias externas sino porque los países que la formaban –Venezuela, Colombia y Ecuador– no conseguían negociar exitosamente entre ellos. Lo mismo aplica para las Provincias Unidas de Centroamérica, que se separaron en el curso del siglo XIX. En el siglo XX hubo decenas de intentos de crear unidades supranacionales y regionales, y todos fracasaron.

El antiguo mapa de la Gran Colombia, emblema de los proyectos de integración latinoamericana fracasados.

–Deutsche Welle: El impulso que llevó a las élites latinoamericanas a negociar entre sí para agrupar a sus países en una confederación tiende a ser denominado panhispanismo para contraponerlo al panamericanismo, percibido como la estrategia de Estados Unidos para arrogarse una posición dominante en el ámbito de la política continental similar a la que tenía el Imperio español en la época de la Colonia. ¿Qué argumentos existen a favor de la viabilidad del panhispanismo?
–Bernecker: Es importante tener los términos claros. La del panhispanismo es una noción que tiene su origen en España, no en Latinoamérica, y que alude a la creación de una gran comunidad que incluya a todos los países de habla hispana. Esta idea ha sido promovida sobre todo por regímenes no democráticos, como el del dictador español Francisco Franco, con miras a extender puentes hacia Latinoamérica.

La meta es recordarle a América Latina lo buena que España ha sido para ella, haciendo referencia a los llamados procesos de “civilización” y de ‘cristianización', entre otros argumentos que sólo pueden ser defendidos desde un régimen autoritario que censure el debate sobre el lado negativo de la Conquista y la Colonia. Como concepto, el panhispanismo es eurocentrista y obsoleto, no tiene futuro alguno porque supone que la iniciativa integradora proviene de la llamada “Madre Patria”.

El dictador español, Francisco Franco, quien –según reza en el texto– fue uno de los impulsores de esa noción de “panhispanismo” que los latinoamericanos rechazan por eurocéntrica.

–Deutsche Welle: Entonces, en su opinión, ‘panhispanismo' es un término con una carga simbólica e histórica pesada que no debe ser empleado como sinónimo de los esfuerzos por unir a los países latinoamericanos en términos sociales, económicos y políticos…
–Bernecker: El intento de “reunir” a Latinoamérica proponiendo a España como elemento cohesivo –y eso es lo que va implícito en el término “panhispanismo”– ha fracasado en los últimos años cada vez que España ha pretendido atribuirse la iniciativa de festejar acontecimientos como el quinto centenario del llamado ‘descubrimiento' de América o el bicentenario de las independencias latinoamericanas e imponer interpretaciones específicas de esos sucesos que le son favorables porque apuntan a la comunión que ofrecen el lenguaje, la historia y la cultura comunes, y omiten todo lo que es negativo. Pero esa pretensión ha sido rechazada por los latinoamericanos.

¿Qué se celebra en el bicentenario de las independencias latinoamericanas? ¡No se celebra nada! Este bicentenario conmemora guerras espantosas que se extendieron entre 1808 y 1824, en las que los criollos lucharon contra los españoles, en las que hubo miles de muertos y durante las cuales también hubo guerras civiles adicionales en América Latina. Los latinoamericanos han dicho: “Nosotros ya no somos enemigos de los españoles y los invitamos con gusto a las ceremonias, pero estas son nuestras conmemoraciones”, porque no quieren que España interfiera en las ceremonias con su evocación de los 200 años de la Constitución de Cádiz o de la revuelta de Madrid contra las tropas de Napoleón. ¿Acaso debe conmemorarse todo eso en la misma ceremonia? Los latinoamericanos han dicho que no.


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