lunes, 22 de septiembre de 2014

Una entrevista de Jeremy M. Davies con Steve Dolph, el traductor al inglés de Juan José Saer

El 27 de agosto pasado, la revista Asymptote publicó una entrevista entre Steve Dolph, traductor de Juan José Saer al inglés, y  Jeremy M. Davies. Novelista y Editor Senior de Dalkey Archive Press. La traducción que sigue fue realizada por Silvia Camerotto.

Quién es quién en La Zona

Steve Dolph es traductor de tres libros  del fallecido novelista argentino Juan José Saer,  que murió en París en 2005. Los tres fueron publicados por Open Letter Books, siendo el más reciente La Grande (junio 2014) la última novela inconclusa de Saer.  Dolph es actualmente candidato al doctorado en Estudios Hispánicos de la Universidad de Pennsylvania. Su campo de investigación  es la ecopoética renacentista y la tradición pastoral. Su traducción más reciente,  El entenado/ The Witness, de Sergio Chejfec, está disponible en la edición de julio 2014 de Asymptote.

Esta entrevista fue realizada por e-mail durante los primeros meses de verano, como si fuera  “una larga conversación en la tarde”, según dijo Dolph, que es quizás el modo más indicado para llegar a un autor tan devoto a los caprichos del pensamiento descentrado, y a las formas en que su paso a través del tiempo y el espacio se manifiesta en el lenguaje.

¿Le molestaría compartir con nosotros cómo fue que se interesó en la obra de Juan José Saer como lector y traductor? Quiero decir, ¿su entusiasmo por él existía  incluso antes de que se asociara  con Open Letter?
–Realmente no puedo precisar cuándo conocí a Saer como lector, pero sí que conocía muy bien su trabajo mucho antes de que el proyecto de traducción apareciera. Sé que había leído las traducciones de Serpent’s Tail, incluso antes de estar seriamente interesado en la traducción en absoluto. Dentro de la constelación de novelistas latinoamericanos contemporáneos, él ocupa un lugar destacado como una especie de anti-Márquez, en la medida en que el mítico lugar que más a menudo recorre en su obra –la ciudad de Santa Fe– aparece afectada por la globalización, y fracturada. En Márquez la potencia de la historia es básicamente reconocible y sólido, lo que provoca una memoria más o menos confiable y sentido de pertenencia/lugar. En Saer ocurre lo contrario. Todo es dudoso, sobre todo la capacidad narrativa de recrear un sentido de pertenencia/lugar. Sin embargo  esa sensación de contraste llegó mucho más tarde para mí, cuando ya había estado trabajando durante un tiempo en las traducciones. Antes de eso, él solo era un monstruo más en el amplio bestiario de la ficción latinoamericana. . Fue un  feliz accidente para mí trabajar su escritura en la traducción.
En 2008 yo acababa de editar Calque y estaba buscando un proyecto de publicación y revisando en torno a algunos poemas y cuentos que había traducido. De la nada Suzanne Jill Levine me contactó, y me preguntó si estaría interesado en la traducir una de las novelas de Saer para Open Letter, porque ella estaba ocupada y no podía aceptar el proyecto. Leí el libro Glosa, que se publicó en inglés como The Sixty-Five Years of Washington, envié una prueba a Open Letter, Carta abierta una muestra, y porque me encantó el estilo les pregunté si tenían planes de traducir más de uno. Resultó ser que tenían planeado hacer tres libros, así que firmé el contrato por todos ellos, sin siquiera haberlos leído.

Continuando con esta idea de que en Saer de todas las cosas que están en duda, y siendo él una especie de autor anti convencional del boom, debo preguntar primero: ¿cómo fue que Glosa se conviertió en The Sixty-Five Years of Washington en la traducción?
–La duda parte del estilo de la prosa. En el plano formal, la narración en muchas de sus novelas, sobre todo después de Glosa, es vacilante, insegura. Hay un poco de preguntas directas y una especie de vulnerabilidad en la forma en que llega a los lectores para apoyarlos. Todo lo cual crea estos largos e intrincados pensamientos que se acumulan, proposición tras proposición, para formar una densa nube de incertidumbre. En esa niebla sintáctica, sin un enfoque claro en la oración o párrafo, el lector no sabe muy bien qué camino tomar. Dentro de esto, uno de los temas centrales de las novelas de Saer es la fragilidad de la memoria, cuánto nos cuesta reconstruir el pasado cuando la narración, ya sea a través de texto o imágenes, es el medio que utilizamos. Este idea de lo que la memoria es y de cómo funciona o deja de funcionar de manera efectiva para  marcar nuestra identidad es un sistema completamente diferente del que encontramos en un escritor como Márquez. Con el fin de evitar un análisis un tanto endeble, basta con observar a los personajes principales de sus novelas y notar la diferencia en el modo en que recuerdan cosas: los personajes de Márquez tienen memorias increíbles. No así  en Saer, o por lo menos a menudo hay una fuerza superior que socava sus esfuerzos para recordar.
Incluso la posición de Márquez como autor, desde la monumental autobiografía con la que concluyó eficazmente su carrera, a la que cita a menudo de que ya había reunido todo el material para sus novelas para  cuando tenía ocho años: de sus abuelos, de chismes, de leyendas urbanas y toros, lo que sugiere que su obra completa es un gran acto de recordar. (El cuento de Borges “Funes el memorioso” es la parodia perfecta de esta posición como autor.) Es posible que su popularidad en los EE.UU. le deba  algo a un sentido análogo de la ficción en los años 70 ‘60 y que valoran fervorosamente este fuerte y romántico concepto del valor y la confianza en la memoria individual. Pero yo no podía afirmarlo con certeza. Entran en cuestión una gran cantidad de factores para que un autor ‘prenda’, tampoco es una cuestión menor la suerte que tengan  con respecto a sus traductores. (Márquez fue especialmente afortunado con Gregory Rabassa y Edith Grossman.) No podría tampoco explicar porqué algunos autores no lo logran, aunque para se juesto, Saer ha sido muy afortunado, con media docena de libros traducidos y más en el camino.
La decisión de cambiar el título de Glosa se ​​tomó  en colaboración con el equipo editorial de Open Letter. A su juicio, Gloss, la traducción literal, no era ilustrativa – “chiquitita” era el término, si mal no recuerdo– y estábamos buscando algo que captara lo que el libro decía. Pensamos en algo grande que terminó siendo el título que capturaba todas aquellas cosas que están harto explicadas en el libro, la manera en la que comenzamos con pequeños resúmenes o glosas de una fiesta para celebrar el cumpleaños número sesenta y cinco de un tipo llamado Washington Noriega y que terminan por apropiarse de todo el relato. Pero mientras yo creo que es perfectamente cierto, es nada más que una explicación ex post facto para complacer a la corte, que solo explico cuando el público en las conferencias preguntan por el título. Cuando el libro estaba en producción, fue una decisión intuitiva.

Saer ha sido realmente afortunado, considerando la cantidad de autores latinoamericanos todavía se difuman sin haber sido traducidos, pero supongo que mis expectativas sobre él han de terminar en tantas listas de lectura y estanterías de las librerías como Rayuela / Hopscotch. . . El primer título de Saer  para mí fue La pesquisa / The Investigation, traducido por la gran Helen Lane, y yo estaba asombrado en un momento en que nadie jamás hasta allí me había mencionado el libro. Aunque esto plantea la cuestión de la reputación de Saer “de regreso a casa”, o en el mundo hispanoparlante en general. ¿Qué tan bien se conoce su obra, qué tan “importante” es? Los devotos de Saer, ¿son identificados como saerianos, o estudiosos de Saer? O, para decirlo de otro modo: ¿Qué tan lejos estamos los anglófonos que recién ahora nos estamos poniendo al día?
–Saer es ampliamente leído y respetado como innovador, en Argentina por lo menos (no puedo hablar de su reputación en el resto de América latina, pero esto es otro tema, que tiene más que ver con el mercado que con "el gusto" per se), aunque cuando le cuento a la gente que sabe de este tipo de cuestiones, que estoy traduciendo a Juan José Saer me miran con una especie de curiosidad de ¿Por qué él? O de inmediato se preguntan cómo llegué a conocer la obra de Saer. Es difícil comparar reputaciones entre tradiciones literarias, pero estas reacciones me hacen pensar que en las letras latinoamericanas Saer es considerado como una especie de bicho raro, por ejemplo, Ricardo Piglia, otro argentino con preferencia por el policial, y que tiene una base de seguidores mucho más grande. Pero de nuevo, esas mismas personas se sorprenden cuando descubren que estoy familiarizado con el trabajo de Walsh, Lamborghini, Felisberto, Chejfec, y otros bichos raros del área en cuestión.
De hecho hay devotos Saer, y una gran cantidad de literatura crítica sobre Saer, que incluye polémicas intestinas impactantes con respecto a su legado (en ninguna otra parte, por cierto, excepto para  la prensa británica, es considerado como  "el escritor argentino más importante desde Borges"). Un libro, Zona de Prólogos, editado por Paulo Ricci, es un gran recurso para los fanáticos de Saer en inglés. Como el título lo indica, es una colección de prólogos a las novelas de Saer, todos escritos demasiado tarde, por autores y críticos. Lamentablemente este libro nunca será traducido. La última parte de esta cuestión, en relación con nuestro atraso en los EE.UU., es realmente bastante complicado para mí referirme al tema aquí  con delicadeza. Por lo que he leído de las reseñas, me atrevería a decir que los críticos en los EE.UU. generalmente comprender a dónde va  Saer, y hacer bien en tratar su obra como y no como un exótico pájaro disecado. Al mismo tiempo, la escritura de Saer tiende a ser relativamente “local” en el sentido de que está escribiendo sobre lugares y la interacción con esos lugares, generalmente desconocidos para la gente fuera de la delta del río Paraná.
La investigación policial en La pesquisa es realmente sólo la mitad de la historia, y tal vez la mitad menos convincente. Si estamos fuera de ella en los EE.UU., está sobre todo en relación con la violencia patrocinada por el Estado que impregna la historia del siglo XX en América Latina, y que por lo general llega aquí en caricaturas: El Che, Fidel, las FARC, Sendero Luminoso , las Malvinas, los Templarios, etcétera, y mucho menos la literatura que sale de esa violencia. La gran excepción a esta regla es, por supuesto, el fenómeno de Roberto Bolaño. Aunque, de nuevo, la reacción de la crítica sobre sus novelas ha sido deamasido parcializada dada  su relación con los Beats. Saer es, por supuesto, otro escritor preocupado por los efectos de la violencia sobre las personas. Las novelas de Saer a menudo se dirigen  hacia una representación del enjambre de experiencia, y dentro de ese enjambre no hay posible significación trascendental, sólo los eventos, presencia, intensidades, entropía, decadencia, y sin embargo, el lenguaje es una cosa, existe. Y la gente usa el lenguaje para asignar valor, de modo que cuando las cosas suceden, "significan algo".  La experiencia humana puede ser caracterizada en la obra de Saer, como la terca insistencia del sentido frente al caos. Pero esto no es una novedad; es lo que ha hecho la novela desde Cervantes. Junto a esa función general de la novela, definitivamente hay un interés permanente en la escritura argentina de responder a la violencia de estado de una manera que no sea caricaturesca. Tanto interés por el género policial viene de alguna parte, y en Argentina proviene de una relación muy particular con la figura policial.


  

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