lunes, 30 de diciembre de 2013

Un espacio de intercambio de ideas y experiencia

A modo de cierre del año, nuestra amiga Lucrecia Orensanz, del Círculo de Traductores de México, nos envía la presentación leída  por Marianela Santoveña en el XXII Encuentro Internacional de Traductores Literarios, el 2 de octubre de 2013. Siguiendo los links se accede a los videos de cada una de las sesiones.

El primer año del Círculo de Traductores:
experiencias y proyectos

Buenas tardes. Antes que nada, quisiéramos –y hablo en plural, porque el Círculo de Traductores somos varios o, mejor dicho, varias–, quisiéramos agradecer el espacio que nos brinda el vigésimo segundo Encuentro Internacional de Traductores Literarios para presentar las andanzas, los reveses y las aventuras que, a un año de su creación, forman parte de la historia del Círculo de Traductores.

De lo primero que tendríamos que hablar, por supuesto, es de la respuesta a una pregunta: ¿qué es el Círculo de Traductores? Cuando respiró por vez primera, el Círculo fue una idea de Lucrecia Orensanz. Lo que ella buscaba era una suerte de fuerza gravitacional, algo que permitiera a todas las partículas de la traducción (colegas, apoyos, noticias, instituciones, teorías, problemas prácticos) aproximarse a un mismo punto. Esa fuerza gravitacional se materializó bajo la forma de un blog y una lista de correos. En aquel entonces (a finales de 2011 y principios de 2012) muchos de nosotros empezamos a recibir misteriosos correos electrónicos que nos informaban que allá afuera, en el mundo, la traducción se manifestaba de forma insospechadamente prolífica. Curiosamente, nosotros, que trabajamos con palabras, no somos muy dados a usarlas para saber los unos de los otros. El Círculo buscaba cambiar esa situación poniéndonos en contacto en el mundo virtual.

No pasó mucho tiempo antes de que la lista de correos creciera. Llegaban noticias de conferencias, apoyos y novedades editoriales. Y entre los destinatarios de aquellas noticias nos encontrábamos Claudia Cabrera, Nadxeli Yrízar y yo. Fue idea de Claudia tener una reunión que trascendiera la esfera virtual. Esa reunión sería el inicio de una serie de actividades del Círculo de Traductores. No bastaba el blog, no bastaba el correo. Era preciso vernos cara a cara y también era preciso regresar a la pregunta: ¿qué es el Círculo? Durante poco más de un año, de agosto de 2012 a octubre de 2013, el Círculo de Traductores ha sido un espacio de intercambio de ideas y experiencias que se nutrió de otras iniciativas y que contó con el apoyo desinteresado de varias personas. Francisco Pérez, de 17, Instituto de Estudios Críticos, decidió respaldar este proyecto en ciernes acompañándolo del sello de su institución. Teniendo en mente las sesiones presenciales que realiza desde hace cinco años el Club de Traductores Literarios de Buenos Aires –a cargo de Jorge Fondebrider–, decidimos iniciar una serie de charlas en torno a distintos aspectos de nuestro oficio. Así, junto con 17, buscamos la colaboración del Centro Cultural de España en México, y su directora, Ana Tomé, decidió ser nuestra anfitriona. El Círculo se transformó entonces en un blog, una lista de correos y una reunión mensual. Cada primer miércoles del mes, el Centro Cultural España nos abría sus puertas para conocer a más traductores y para conocer el mundo de la traducción. La primera charla, que tuvo lugar el 1 de agosto de 2012, estuvo a cargo de Arturo Vázquez Barrón (co-organizador por cierto, de este Encuentro en el que estamos). El formato quería evadir la rigidez de la academia. Por eso, pedíamos a los ponentes una exposición breve para dar paso a la plática y el debate. Arturo se preguntó en aquel entonces, en el título de su intervención, si ¿Es posible y deseable apostarle al uso de un español neutro para la literatura traducida? No cualquier cosa... [ficha, video] En ese mismo marco, Luz María Santamaría nos habló de La traducción peritada en México [ficha, video] y Patricia Willson sobre el traductor como otro escritor de la literatura nacional [video]. Pedro Hernández, de UNTI, compartió con nosotros una sesión sobre el controvertido tema de la traducción de la Biblia a lenguas indígenas [ficha]. La suerte quiso que en diciembre tuviéramos el placer de recibir a Selma Ancira y de aprender sobre lo que ella llamó su Largo camino del sentido al sonido en sus traducciones del ruso [ficha, video]. Vendrían después Luis Fernando Lara y Francisco Segovia para hablarnos de El diccionario integral y el diccionario de mexicanismos [ficha, debate]; la Compañía de teatro Seña y Verbo, que nos contó sobre su experiencia en la traducción de textos dramáticos a lengua de señas mexicana (una charla maravillosa por sus momentos de elocuente silencio) [ficha]; Sonia Bravo hizo varias reflexiones sobre cómo tendría que ser una formación de traductores en posgrado [ficha, video, convocatoria diplomado]; Humberto Pérez Mortera y Boris Schoemann nos visitaron con el tema de La traducción de textos teatrales [ficha]; y José Antonio Flores Farfán cambió nuestra perspectiva del español mexicano abogando por una mayor diversidad [ficha]. Luego, Mauricio Barrera Paz iluminó un aspecto oscurísimo de nuestra cotidianidad: Los derechos de autor enfocados a la traducción [ficha]; y aún habría un bloque dedicado a las opciones de formación, con Arturo Vázquez Barrón, Diego Guzmán Bourdelle-Cazals y Marcelo Guinea presentando el Seminario de Jóvenes del IFAL [ficha,convocatoria diplomado, convocatoria seminario]; otra vez Diego Guzmán Bourdelle-Cazals, esta vez acompañado de Georganne Weller y presentando dos programas de posgrado en traducción e interpretación (en la Universidad de Ginebra y la Universidad Anáhuac) [ficha, video, convocatoria ginebra, convocatoria anáhuac]; y Danielle Zaslavsky, (otra de nuestras anfitrionas en este Encuentro), con La Maestría en Traducción de El Colegio de México [ficha, video, convocatoria]. Este bloque sobre opciones formativas está aún por concluir, con la presencia de María Andrea Giovine y Vania Galindo, que presentarán los programas del Centro de Enseñanza de Lenguas Extranjeras de la UNAM el próximo 9 de octubre [ficha, video], y Kathie Silver, junto con Roberto Frías y Pedro Serrano, que nos hablará el miércoles 5 de noviembre sobre la ya legendaria estancia en el Centro Banff [ficha,video, convocatoria].

Conforme aparecieron traductores novatos y experimentados, técnicos y literarios, aficionados y profesionales, jóvenes y no tan jóvenes, nuestra sorpresa alimentó nuestro entusiasmo. Para inicios de 2013, parecía no bastarnos el blog, ni la lista de correos y tampoco las charlas. Queríamos hacer algo más para acceder al mundo de la traducción en toda su riqueza y poder presentarlo ante otras personas como tal. En otras palabras, palabras que usamos entre nosotras, queríamos que la traducción –poco a poco, en un esfuerzo del tamaño de una hormiga, e importante como su picadura– dejara de ser una práctica alimenticia desinformada, pero también un pasatiempo académico de eruditos. Intentamos caminar por la vía del conocimiento compartido. Con el apoyo de la plataforma de 17, Instituto de Estudios Críticos, impartimos dos talleres, uno sobre los proyectos de traducción en el proceso editorial –que contó con la muy afortunada presencia de varios editores y traductores invitados, como Gerardo González de Aldus, Jan Cornelius Schulz de Herder y Sara Schulz de Alias, así como Jill Anderson y Nin Solís– y otro dedicado a un panorama de las teorías sobre traducción. Hubo una gran respuesta. Le siguió un gran cansancio. La experiencia fue fantástica. Y, sin embargo, a fin de cuentas, el Círculo no es una escuela. Y tampoco un centro de conferencias.

¿Qué es el Círculo de Traductores? El Círculo de Traductores es un grupo de personas. No contamos con ningún tipo de financiamiento por parte de instituciones académicas o culturales. Tampoco lo hemos buscado y, por el momento, no pensamos hacerlo. Quienes han colaborado con nosotras lo han hecho de manera solidaria, en el ánimo de compartir su experiencia y su conocimiento. Y nosotras hemos trabajado con entusiasmo en pos de ese punto gravitacional, ese espacio de confluencia. Porque hay algo que une al blog con la lista de correos, las charlas y los talleres: todos ellos se definen como un espacio de participación; cada uno es, a su manera, una sección de cartas en el periódico, una plaza pública para reunirse, una casa del artesano donde los aprendices ya trabajan. Las corporaciones –en el sentido medieval– eran esos lugares donde los más experimentados transmitían su saber y los recién llegados tomaban por asalto lo que en virtud de la costumbre parecía obvio. ¿Cómo es que hoy en día no hay gremio para nuestro antiguo oficio? ¿Quién decide ahora los criterios de pertenencia en el ámbito de la traducción: la academia, el mercado, ambos bajo la guisa de la “eficiencia”? ¿Quiénes son los traductores y por qué son traductores? ¿Quién sanciona su profesionalización y cómo? ¿Llegará un día en que el peso de la experiencia se pierda en aras de un documento probatorio? ¿Por qué ante los traductores, ante nosotros, se abre la brecha entre formación y profesionalización? ¿Y qué hay de la brecha entre teoría y práctica? Son todas estas las interrogantes que nos mueven. No es posible darles respuesta sin un espacio común, no institucional, pero sí identificable, donde exponer y compartir todo lo que se juega en la traducción. A decir verdad, nuestro oficio ha contribuido a saberes tan diversos como la biología o el arte contemporáneo, donde nociones como la adaptación, la asimilación o la intermedialidad se emparentan con la traducción. Eso por no hablar del desarrollo mismo de la cultura escrita y oral. Porque el oficio de la traducción ocurre en las aulas y las editoriales, es cierto, pero en tanto oficio ocurre también en la calle cuando se escucha un modismo, en la plática cuando se comparte el problema de “los intraducibles”, en la lectura, en el cine, en los viajes, en el mundo, pues. Yo, que provengo del ámbito de la filosofía, siempre me pregunto si acaso un kazajo no habrá dado ya con la ontología propia para nuestra época y nosotros estamos aquí, sin saberlo, esperando a que el Instituto Cervantes abra sus oficinas en Kazajistán. De haber un espacio común, estoy segura, ya habríamos dado con esa persona que habla kazajo y español y es capaz de encontrar en ambos el sentido y el sonido. El Círculo de Traductores hoy es un cruce de caminos. Ya sea bajo la forma de charlas, en el espacio virtual o en el espacio gremial, lo que buscamos es contribuir a pensar la traducción hacia dentro y hacia fuera del oficio. Lo que nosotras hacemos es poner a su disposición la sección de cartas, la plaza, una casa (siempre distinta) del artesano. Todos están invitados a escribir, reunirse y compartir saberes. Gracias.

Círculo de Traductores

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