jueves, 28 de noviembre de 2013

¿De qué "español" hablan? (1)

El siguiente trabajo, que se ofrece en este blog en dos días consecutivos, fue presentado por Juan Carlos Moreno Cabrera (1956), lingüista español y catedrático de Lingüística General en la Universidad Autóma de Madrid, durante el I Simposi Internacional sobre Situació i Perspectives del Plurilingüisme a Europa (València 2008).

De la cuna a la cuña.
Brevísima relación del nacionalismo lingüístico español
(Primera parte)

1. INTRODUCCIÓN
Las ideologías lingüísticas centradas en la promoción de una lengua determinada crean un discurso de carácter mitológico que intenta presentar la lengua en cuestión como superior a los demás idiomas con los que convive y justificar suposición dominante o ventajosa sobre ellos. En este artículo me voy a ocupar de algunos de los tópicos principales del nacionalismo lingüístico español, que, lejos de constituir una postura marginal o residual, propia de grupos o personas exaltados, conforma un corpus muy bien articulado y desarrollado de conceptos promovidos por las instituciones del Estado español y presentados como características inherentes, naturales e indiscutibles de la lengua española supuestamente basadas en el sentido común. Voy a mostrar que esos tópicos se apoyan en presupuestos falsos, para lo cual basta echar mano de la ciencia lingüística moderna.

Hay que advertir que, en general, estas ideologías se suelen fundamentar en una serie de hechos empíricos indiscutibles para, sobre su base verificable, construir todo un conjunto de ideas propagandísticas que presentan esos hechos empíricos constatables como naturales e inevitables. El caso más frecuente consiste en que, después de que una lengua, mediante la imposición, ha ampliado su territorio de forma muy importante (como ha ocurrido con el inglés, el francés, el español o el portugués), se toma el hecho objetivamente verificable de que esa lengua goza de un número de hablantes enorme y de un uso muy notable, como patente de corso para asociar esa lengua con una serie de cualidades inherentes, que la hacen intrínsecamente superior a las demás lenguas con las que convive en ese territorio ampliado. De esta manera, las valoraciones ideológicas de la lengua queda aparentemente justificadas y son presentadas como propiedades necesarias e inevitables de ella.

En este artículo voy a examinar cuatro de los tópicos típicos del nacionalismo lingüístico español. En primer lugar, hablaré sobre la idea del nacimiento de la lengua española materializada a través de la metáfora de la cuna. En segundo lugar, examinaré el tópico de la presunta conversión del castellano en español a través de su extensión geográfica, ilustrada mediante la imagen de la cuña. En terce lugar, voy a comentar otro de los tópicos preferidos del nacionalismo lingüístico español: el que hace referencia a las cinco vocales, como garantes de su facilidad de aprendizaje y manejabilidad práctica. En cuarto lugar, trataré lo que es, sin duda, el tópico más importante de la versión moderna del nacionalismo lingüístico español. Se trata del concepto de español como lengua común, en el que se explota de forma más clara el mecanismo de justificación de una ideología lingüística a través de una determinada base empírica, que acabo de esbozar.

2. LA CUNA DEL ESPAÑOL: EL ACTA DE NACIMIENTO DE LA LENGUA CASTELLANA

Es un tópico muy extendido dentro de la opinión pública española que los primeros testimonios escritos del castellano –y, por tanto, del español– están en las Glosas Emilianenses. He aquí tres muestras entre muchas otras que sepodrían aportar:

“El castellano, cuyos primeros balbuceos aparecen en las Glosas Emilianenses, en torno a los siglos X y XI, es el idioma común de una veintena de naciones. Forma nuestro patrimonio cultural másextenso y constituye nuestra auténtica patria espiritual.” (VV.AA.,1999:9; cursivas de JCMC)

“Su trabajo [el del glosador] le ha valido una sonora recompensa, pues los siglos quisieron conservarlo hasta llegar a nosotros como el primer testimonio escrito en lengua castellana: las Glosas Emilianenses” (Lozano,2005: 78; cursiva de Lozano, negrita de JCMC)

Nuestra lengua escrita se alumbró en San Millán de la Cogolla.[…] Los inicios del ‘castellano’surgen del valle de San Millán.” (Lamela, 2008: 48; cursivas de JCMC)

En estas breves citas podemos ver una expresión quintaesenciada de la ideología nacionalista del español que, partiendo del dato falso de que en las Glosas Emilianenses encontramos los primeros testimonios del castellano, asocia esta acta de nacimiento con el concepto de lengua común, tal como podemos comprobar en la primera de las citas, que es otro de los principales tópicos de este nacionalismo, que examinaré en la sección quinta del presente artículo.

Además, estas humildes y breves glosas son ensalzadas de forma desproporcionada para dar la máxima importancia a estos supuestos inicios del castellano:

“Pocos casos hay en la historia de la humanidad en que un grupo tan reducido de palabras haya producido semejante torrente de saber y de cultura. Y esto ha sucedido en San Millán de la Cogolla.” (Nieto Viguera, 2007: 87)

No voy a hacer referencia ahora a la falsedad del dato de que las Glosas Emilianenses son el primer testimonio escrito de castellano, porque ya lo he comentado en otro lugar (Moreno Cabrera, 2008: 165-167). Lo importante es constatar que la ideología del nacionalismo español intenta asociar esta lengua con el nacimiento de una nación y, por ello, es fundamental que esa nación sea anterior a cualesquiera de las otras naciones situadas en el Estado español o, si no es anterior, al menos, es lo suficientemente pujante culturalmente para que su lengua sea la primera en aparecer en un escrito. Un pequeño inconveniente, en este caso, es que en estas glosas aparecen también frases en euskera, aunque esto podría ser una ventaja para la ideología del nacionalismo lingüístico español, ya que, dado que el euskera no es una lengua romance, el hecho de que los supuestos primeros testimonios del castellano aparezcan junto a los de una lengua no romance, ni siquiera indoeuropea, son un claro indicio de antigüedad y precocidad sobre otras lenguas romances. En esa dirección parece apuntar el siguiente comentario:

“Pero la gloria de San Millán no acaba ahí. En ese mismo monasterio donde tanto se confiaba en Dios para alcanzar la vida eterna, otro hombre, o tal vez el mismo, copió dos glosas en otra de las lenguas habladas en la zona, el vasco, dejando así de forma imperecedera la huella de su pluma también en los escritos más antiguos, no epigráficos, conservados en esa lengua.” (Lozano, 2005: 78-79)

Ese supuesto carácter de mayor antigüedad y abolengo en la lengua escrita del romance castellano sobre los demás romances de la Península es un resto ideológico de la teoría del castellano primitivo característica de la etapa renacentista del nacionalismo lingüístico español (Binotti,1995),según la cual el castellano era incluso anterior al latín, supuesto manifiestamente incompatible con nuestros conocimientos lingüísticos actuales. Sin embargo, como acabamos de comprobar, la ideología nacionalista no tiene inconveniente en manipular la interpretación de los primeros testimonios escritos en lengua romance para dar a la lengua española una preeminencia sobre las demás lenguas romances desde los primeros testimonios escritos. Que se trata de una operación puramente propagandística se ve de forma clara en el libro de Nieto Viguera (2007) titulado Glosas Emilianenses. Cuna de la lengua castellana y en el que se afirma lo siguiente:

“Mas las glosas, en su mayoría, ya no son latín, se trata de otras formas, de otros modos de comunicarse, de otra nueva lengua, aunque todavía no sea el ‘castellano’ o el español, como prefieran otros.” (Nieto Viguera, 2007: 75; las comillas son de Nieto Viguera)

Si este autor afirma que las glosas no son todavía castellano o español, el subtítulo del libro en el que se encuentra esta afirmación no tiene más que –suele ocurrir habitualmente con los títulos de los libros– una función puramente propagandístico-educativa que se contradice con lo afirmado en la obra que presenta y que el propio autor caracteriza de forma clarividente al principio del libro:

“Para que usted no se vaya defraudado hemos escrito estas páginas sobre las Glosas. Y al redactarlas hemos pensado en el visitante normal, que no tiene especiales inquietudes lingüísticas o históricas, que ha oído hablar de ‘San Millán, cuna de la lengua’, de las ‘Glosas Emilianenses’ o de la Rioja, como lugar del nacimiento del castellano, y que desea una información cumplida sobre el significado de esta especie de eslogan publicitario que le ha traído hasta San Milán.” (Nieto Viguera, 2007: 4; cursivas de JCMC)

Es una pena que el lector tenga que esperar hasta la página 75 (de las 95 de que consta el libro) para hacerle saber la falsedad de ese eslogan publicitario. Resulta curioso y revelador que, a partir de la página 81 hasta el final del libro, en donde se pondera la importancia de estas Glosas Emilianenses, se habla de nuestra lengua al referirse a esas glosas y se afirma:

“Partamos de una realidad perfectamente verificable: entre nosotros ha sido una constante histórica que nuestra lengua, en momentos críticos de maduración, ha sentido la necesidad de reafirmarse y dejar constancia de su capacidad como medio adecuado de expresión en su forma escrita o gráfica, no hablada.” (Nieto Viguera, 2007: 81)

Es decir, al hablar sobre la importancia de las Glosas Emilianenses se reafirma precisamente uno de los tópicos principales del nacionalismo lingüístico español: el español tiene una capacidad perfectamente verificable para ser un medio adecuado de expresión escrita desde los primeros testimonios  escritos: da igual que las Glosas Emilianenses no estén escritas en esta lengua, tal como había afirmado el autor unas pocas páginas antes.

3. LA CUÑA Y LA SUPUESTA CONVERSIÓN DEL CASTELLANO EN ESPAÑOL
Otro de los tópicos esenciales del nacionalismo lingüístico español es la supuesta conversión de la variedad lingüística castellana en una lengua completa y desarrollada denominada español. Esta idea lleva a decir a algún autor que el castellano ya no existe porque sus hablantes decidieron abandonarlo para usar sólo la lengua española común:

“Por supuesto, el «castellano» también es una lengua española, tristemente ya desaparecida al haber sido sustituida, a lo largo de los tiempos, de manera total y absoluta, por el idioma nacional, el «español» […]. Ha sido una renuncia que no se ha sabido valorar y agradecer todavía a los castellanohablantes y a sus respectivos territorios” (Lamela, 2008: 69-70)

Esta conversión va asociada a la expansión del castellano por toda la Península, a su adopción por poblaciones de habla no castellana y a los procesos de koineización y mezcla que acabaron por convertir el castellano en una nueva entidad lingüística de calidad superior. No voy a aducir aquí las formas concretas que adopta esta visión del español, que abarca desde la metáfora de la cuña de Menéndez Pidal, o ladel abanico de Amado Alonso, hasta el cambio de forma interior del castellano en su presunta transformación lingüística, porque ya lo he hecho en otro lugar (Moreno Cabrera, 2008:87 y siguientes).

Ante ello conviene decir que el castellano medieval no se ha transformado en otra lengua superior, sencillamente porque sigue existiendo en la forma de castellano moderno que, sin duda alguna, procede de ese castellano medieval. Lo que aprovecha aquí la ideología nacionalista española es el hecho de que la lengua estándar española, tal como es adoptada por el Estado español y por sus instituciones educativas y culturales, es una versión cultivada y elaborada del castellano vulgar moderno. Ello hace que la variedad castellana moderna esté muy próxima, si es que no es casi idéntica, a esa lengua española estándar. Pero esto es así, no porque el castellano se haya convertido en español, sino porque la lengua estándar fundamentalmente escrita que denominamos mediante la expresión español estándar o normativo peninsular no es más que una variedad o registro culto elaborado del castellano vulgar moderno. De aquí podemos deducir que no es cierto, como dicen los apóstoles del nacionalismo lingüístico español, que el castellano vulgar moderno es un dialecto del español, sino que ocurre exactamente todo lo contrario: el español estándar normativo no es más que una variedad culta del castellano moderno:

“No tiene sentido, por tanto, decir que las variedades orales empleadas en, pongamos por caso, Soria o La Mancha son «dialectos del español», ya que esto implica una falsa relación histórica entre cada una de esas variedades y el español (esto es, la lengua estándar que tuvo su origen en el dialecto de Burgos, transferido más tarde[con modificaciones] a Toledo durante la Reconquista y finalmente codificado después como la lengua de Castilla y posteriormente del Estado español).” (Penny, 2004: 38)

Tampoco es cierto que el castellano moderno haya desaparecido ni que los castellano hablantes hayan renunciado a su lengua para pasar a ser hablantes del español, como se afirma en la cita que inicia esta sección. Esta absurda idea sólo puede tener un propósito: la indicación de que los hablantes de lenguas distintas del castellano deben también renunciar ausar su lengua propia para adoptar la lengua común, como hicieron supuestamente los castellanos con el español.

(continúa mañana)

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