lunes, 18 de julio de 2011

Somos el mercado sudamericano, pero los españoles no dominan nuestros registros

Hace algunas entradas (ver la correspondiente al 24 de junio de este año) se hablaba en este blog de la progresiva tendencia al doblaje en las series y películas de televisión por cable y lo enojoso que eso le resultaba al público argentino. Aparentemente, en España el fenómeno es el inverso, ya que sólo el 1,2% el público ve películas en las salas de cine en versión original y, por lo tanto, el doblaje siempre estuvo a la orden del día, reservándose el subtitulado exclusivamente para sordos. Ese dato, y otros muchos análogos, incluye el siguiente artículo que, con firma de Manuel Morales, publicó el diario El País, de España, el 16 de junio pasado.

El subtítulo emigra a la teles

El mundo del subtítulo viaja de las películas en versión original a un nuevo destino, los servicios que permiten a personas sordas o ciegas seguir los programas de televisión. La piratería, con películas y series bajadas de Internet y subtituladas por sus seguidores –lo que se conoce como crowdsourcing–, y la reducción del número de filmes en los festivales ha llevado a los trabajadores del sector "a diversificarse", dice el traductor y subtitulador Xosé Castro. Los de este gremio se están buscando la vida cada vez más en los canales porque la ley audiovisual obliga a subtitular de forma progresiva más horas de programación para sordos y a la audiodescripción –el sistema con voz en off que cuenta a los ciegos lo que queda fuera de los diálogos–.

Belén Ruiz, la directora técnica del Centro Español de Subtitulado y Audiodescripción (CESyA), un organismo dependiente del Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad y gestionado por la Universidad Carlos III, confirma que los subtítulos para sordos en la televisión se están convirtiendo en un campo "que va a requerir más profesionales". Esos subtítulos conllevan más trabajo: por ejemplo, hay que emplear varios colores para distinguir a los personajes –el protagonista suele ser el amarillo–. Todo se especifica en una norma de subtitulado en teletexto para personas sordas, de 2003, aprobada por la Asociación Española de Normalización y Certificación (AENOR). La ley audiovisual dicta que para finales de este año las cadenas públicas subtitulen el 50% de su programación (el 45% en las privadas).

"Esa ley ha supuesto un cambio importante en el servicio de las empresas que nos proveen", dice el director de Operaciones de La Sexta, Fernando de Miguel, para quien estas compañías "han tenido que aumentar la inversión tanto en medios técnicos como en personal especializado".

Xosé Castro, que presenta un programa en TVE y da cursos a quienes quieren aprender a subtitular, empezó en el mundillo en el año 90. Desde esa perspectiva corrobora que "hay más trabajo que nunca, pero se está pagando muy mal porque en España hay 27 facultades de traducción". "De ahí está surgiendo un competidor, el chaval joven que empieza y está dispuesto a trabajar por poco dinero".

Coincide en el diagnóstico la directora general de Mundovisión, Diana Sánchez. Esta empresa -que pertenece a la compañía de subtitulado Red Bee Media, con sedes en Reino Unido, Australia, Francia, Alemania y España-, hace subtítulos para sordos y audiodescripción en las televisiones españolas. Con un centenar de profesionales en su empresa, Sánchez señala que "desde que las universidades imparten esta materia el mercado está saturado" y lo han pagado los autónomos, "que han sufrido la rebaja de precios e impagos y el intrusismo".

¿Qué dice la universidad? La profesora Pilar Orero, que imparte un máster de Subtitulado en la Universidad Autónoma de Barcelona, no está de acuerdo. Señala que "si la gente no encuentra trabajo es porque no están adaptados a las nuevas tecnologías". Orero niega que "la universidad tenga que ser una formación profesional". Su máster tiene una doble vertiente: es online, -con 15 alumnos por año-, y presencial (30). "Enseñamos a doblar, a ajustar los subtítulos en la emisión y a hacer los que van para los sordos y la audiodescripción".

Picaresca
Orero denuncia la picaresca de algunas empresas que "subtitulan para los DVD y luego cobran otra vez por hacerlos para el cine, es doble negocio para ellos, y a veces se vuelve a subtitular para las teles". También apunta que "hay empresas que cogen los subtítulos de Internet y los utilizan, como si fueran suyos, para festivales y filmotecas. Lógicamente son de calidad penosa", pero no les cuestan nada. Esta profesora no está tan segura de que las televisiones sean la panacea del sector. Sí está convencida de la importancia del trabajo de subtitulador para "los videojuegos, en el aprendizaje de idiomas, en logopedia...".

El valenciano Jota Martínez, profesional que ha trabajado para festivales como San Sebastián, la Seminci y Gijón y autor del blog Memorias de un subtitulari, afirma que "hay quien está cobrando 80 céntimos por minuto de subtítulos para sordos en televisión". Una miseria. Él lamenta que no haya "un marco legal o un colegio" que fije unas tarifas mínimas porque "cuando son tan bajas, todos salimos perdiendo, aunque por otro lado, lógicamente, al principio es todo muy complicado porque no tienes clientes".

"Siempre trabajo para otros, para intermediarios de las productoras", dice Xosé Castro. Según esta voz autorizada entre los trabajadores del subtítulo, "hay otro mercado bueno, el de los DVD, pero ahí competimos a nivel internacional, con empresas de fuera que lo hacen para varios países, es la globalización". Martínez también sostiene que los DVD son una baza. En su caso, hace subtítulos "de series para una empresa de California". "Una bendición, porque pagan mejor que en España y encima trabajo en casa porque tengo mi propio equipo".

Volvamos a las empresas. Rafael García es uno de los responsables de Laserfilm, que tiene como clientes a festivales de cine, distribuidoras y canales de TV. García apunta que ahora las distribuidoras incluso les indican qué traductor quieren para sus películas "porque ya los conocen". Esto propicia que haya unos pocos privilegiados que "estén desbordados" y una gran mayoría lo tenga complicado.

Mercado sudamericano
Xosé Castro destaca asimismo la oportunidad que supone el mercado sudamericano, "aunque aún no dominamos sus registros, mientras que ellos sí empiezan a controlar los nuestros", advierte. Mientras Jota Martínez, que lleva una década dedicado a este trabajo, se muestra más escéptico porque teme que se acaben encargando subtítulos precisamente en Sudamérica, "a precios muy bajos y luego aquí alguien los castellanice". Él ha constatado "la reducción de películas en las secciones paralelas de los grandes festivales", que le ha llevado a realizar productos para personas sordas, una labor compleja porque "hay que ponerlo todo, si chirría una puerta, si sopla viento...".

A estas alturas habría que preguntarse si no se ve cada vez más cine subtitulado. Pues no. El sector cifra en solo el 1,2% el público que ve películas en las salas en versión original, cuando hace una década era del 4% del total. Un retroceso que el presidente de la Academia, Enrique González-Macho, atribuye a la menor oferta -se ha reducido el negocio- y al envejecimiento del público que degusta así los filmes. Efectivamente, Rafael García reconoce que desde la crisis en su empresa "hay menos películas que traducir y subtitular, hemos notado un descenso notable. Antes llamábamos a autónomos pero ahora asumimos el trabajo aquí".

¿Y las decenas de canales en la TDT? "Bueno, habrá más demanda", reconoce Castro, pero teme que "en vez de crear departamentos propios, como el que por ejemplo tiene TVE, se subcontraten los servicios para ahorrar costes". En TVE, el responsable de subtitulado es José Díaz-Argüelles: "Tenemos 36 personas pero también trabajamos con proveedores externos, empresas de calidad a las que adjudicamos paquetes de películas y series".

El directo
Díaz-Argüelles explica que otra oportunidad para los profesionales está en los programas en directo. "Para ello se emplean dos sistemas de reconocimiento de voz. El que llamamos rehablado, que consiste en que tú le hablas a un aparato y este lo reproduce en texto; el otro es de estenotipia. Pero es limitado porque en televisión se habla rápido, más o menos unas 250 palabras por minuto y el problema al transcribir es que no somos capaces de leer más de 150 palabras por minuto. Por lo tanto, no podemos ser literales". En La Sexta, Fernando de Miguel explica que de la programación en directo titulan los informativos: "Sabemos que es altamente valorado por las personas sordas".

¿Y de aquí en adelante? Diana Sánchez, de Mundovisión, cree que la salida pasará por "la innovación tecnológica, que permitirá una reducción de costes pero sin perjuicio de la calidad". Castro lo tiene claro: "En la medida en que el cine [de cualquier forma en que se vea] funcione, también vivirán los subtítulos". Y la profesora Pilar Orero concluye que "el traductor deberá ser editor y corrector, un creador, porque las máquinas no traducen las metáforas ni los chistes".

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