sábado, 15 de mayo de 2010

Cuando el destino nos alcance

No es capricho del Administrador que las últimas dos entradas de este blog tengan que ver con algo que, a priori, parecería alejado de los intereses de sus lectores. Sucede que estamos ante una nueva realidad inminente y conviene entonces que los autores y traductores vean de la manera más clara lo que se les viene encima y estén preparados para defenderse de los seguros abusos de las editoriales y comercializadoras de contenidos digitales.  El 12 de mayo, Daniel González escribió en 20minutos.es a propósito de cómo se perfila el negocio del libro digital y señala que 1) la era de Internet llega al sector del libro mucho más tarde que a las industrias del cine, la música o los videojuegos, 2) los editores dicen que el problema no es de oferta, sino de demanda, 3) los autores y editores aún miran con cierto recelo al ebook. De los  traductores nada se dice. Desde aquí se recomienda por las dudas que no acepten galletitas que digan Soylent Green.

El complicado negocio del libro electrónico

El sector de los videojuegos se ha adaptado de una manera más o menos natural a la era de Internet. Las industrias del cine y de la música, sin embargo, se han visto arrastradas por ella: la red de redes ha generado, en muy poco tiempo, una serie de grandes cambios que están dejando obsoletos los modelos tradicionales del ocio audiovisual. Internet ha iniciado una guerra entre el inmovilismo deseado por algunos y la transformación necesaria que exige el progreso.

La batalla ha llegado ahora, con mucho más retraso, al sector del libro. La digitalización, el paso del soporte papel al e-reader, está siendo lento y, aun así, nadie parecía preparado para ello: a día de hoy, el catálogo en castellano es escaso, muchos editores muestran reticencias, multitud de escritores siguen apostando por el papel, existe un gran temor a los efectos de la piratería en el negocio, el marco jurídico aún no está bien definido...

La transición parece inminente e inevitable. El último estudio elaborado por el Ministerio de Cultura sobre el sector de los libros electrónicos desvela que en 2009 se registró un aumento en este mercado del 48% respecto al año anterior. Aunque el e-book apenas ha iniciado su andadura en España, editores, libreros y profesionales relacionados con la industria del libro y las nuevas tecnologías prevén que el libro electrónico representará el 50% del negocio de los editores en 2015.

El problema es de demanda
A raíz de ese informe del Ministerio de Cultura, que revela un aumento del negocio de casi un 50%, la Federación de Gremios de Editores de España (FGEE) ha hecho públicas unas cifras escandalosas sobre la piratería. Según el presidente de la federación, Antonio María Ávila, la piratería digital causa ya en España, en el mundo del libro, pérdidas cercanas a los 150 millones de euros. La piratería afecta sobre todo a los libros científicos y académicos y viene a ser la evolución de la fotocopia ilegal, una práctica que genera una pérdidas estimadas de 100 millones de euros.

Para los editores existe un gran temor a que esto sea un preludio de una situación similar a la que se ha vivido en las industrias musical y cinematográfica en los últimos años, que aún hoy buscan formas de hacer frente a las descargas de discos y películas a través de programas P2P.

Antonio María Ávila ha explicado a 20minutos.es los detalles de la situación. "En realidad sólo sabemos que las pérdidas del sector se sitúan entre los 130 y los 200 millones de euros, por eso dije que estarían en torno a los 150 millones. Actualmente se escanean los libros, se suben a Internet y se permite que se bajen sin autorización ninguna. Hay que mejorar mucho en materia de defensa de la propiedad intelectual", comenta Ávila.

El presidente de la federación opina que hay mucha desinformación sobre el tema y que es falso que exista un problema de oferta y una acomodación en las subvenciones. "Es un error criticar al sector arguyendo que no hay oferta de libros electrónicos cuando el problema en realidad es de demanda. Se requieren inversiones muy fuertes para llevar a cabo la digitalización de catálogos antiguos. En los sectores en los que hay demanda, como el jurídico o el médico, hace años que se ofrecen fondos digitalizados", explica.

"La digitalización presenta una serie de dificultades físicas y jurídicas que exigen mucho esfuerzo, un esfuerzo que luego no se ve recompensado ya que no se hace negocio. La facturación del libro electrónico en Estados Unidos, que es el mercado más fuerte, es del 1% dentro del sector editorial. En España es aún peor, ya que existen unas 20 variedades de lectores de ebooks y ni siquiera se comercializan todos en nuestro país", afirma Antonio María.

El presidente de la Federación de Gremios de Editores asegura que "ya hay pruebas empíricas de que no se compran ebooks. No hay demanda. Es cierto que, tal y como dice el informe, el sector ha avanzado un 48% en el último año, pero el 48% sobre un 1% no es nada. Con el Proyecto Enclave estamos consiguiendo aumentar los fondos digitalizados para la Biblioteca Nacional, pero si nos atenemos al número de descargas, de compras de libros electrónicos... hay poca mejoría.

También afirma que "España no va lenta en el negocio del libro electrónico. Depende de con quien lo compares. Si comparas con Estados Unidos, evidentemente estamos algo por detrás, pero la realidad es que nuestro país es uno de los que mayor catálogo digital ofrece".

Ávila considera que la solución al problema del ebook debería ir centrada en cuatro puntos: "El Gobierno tiene que crear un clima de respeto a la propiedad intelectual y contra la piratería, que viene en su mayor parte de los centros públicos, también hay que luchar por conseguir unas fórmulas de tributación justas para el libro electrónico, fortalecer a las bibliotecas públicas y, en último lugar, ofrecer ayudas de carácter temporal –en Francia ya se da un gran apoyo– para digitalizar los fondos antiguos".

En este punto, el directivo señala que existe una percepción errónea en cuanto al ámbito editorial y las subvenciones. "El conjunto de ayudas que se da al sector no llega al 2% de la facturación del mismo. El editorial es unos de los tres sectores menos subvencionados, pero tenemos colgado el sambenito, cuando en realidad nos mantenemos porque tenemos una estructura competitiva", señala. "Las ayudas serían coyunturales y sólo se utilizarían para agilizar la digitalización de los catálogos. Aun así, insisto en que lo verdaderamente importante no son los apoyos económicos sino la mejora en el respeto a la propiedad intelectual.

El problema es de oferta
Entre los usuarios, en cambio, impera la idea contraria a la de los editores: la opinión generalizada es que no hay oferta. Albert Cuesta, periodista especializado en tecnología y editor de CanalPDA, afirma en declaraciones para 20minutos.es que "pese a lo que sostienen las editoriales de aquí, sí existe demanda de libros digitales en español no satisfecha comercialmente. Basta con buscar cualquier título popular en los lugares adecuados de la red para comprobar que alguien se ha molestado en convertirlo y subirlo a algún servidor de descargas".

"Yo mismo hace más de cinco años que no compro libros de narrativa, ensayo ni negocios en papel. He comprado religiosamente los que estaban a la venta en formato digital –desgraciadamente, la mayoría en inglés–, y he conseguido por otros medios los que nadie ha querido venderme. Suelo explicarlo en público, y una vez un editor me echó en cara que yo 'estaba incitando a la piratería'. Le respondí que era él quien no me estaba atendiendo como cliente", explica Cuesta a modo de anécdota.

Por otro lado, el periodista cree que "afortunadamente hay ya en marcha varias iniciativas de conversión de fondos editoriales (edi.cat, 36Lbooks.com). Una de las claves para la popularidad está en que las novedades aparezcan al mismo tiempo en papel y en e-libro, y que el precio de éste sea sensiblemente más bajo, reflejando la diferencia de costes. Quienes deben temer al libro son las librerías, las imprentas y los fabricantes de papel. Los buenos editores tienen campo por delante como buscadores y financieros del talento literario".

José Antonio Pérez, colaborador del diario Público y autor de Mi mesa cojea (bitácora varias veces finalista en los Premios 20Blogs), también opina que "demanda hay. Sin duda es pequeña pero la hay". Él lo ejemplifica con su caso particular: "Estaba buscando una serie de libros que me interesaba y no había manera de encontrarlos". Eso le llevó a escribir en su blog un post titulado ebooks gratis, donde puede leerse: "En estos momentos, en mi Kindle hay 10 libros en castellano. No he pagado por ninguno de ellos, aunque lo he intentado".

"Poco después me enteré de que la editorial Modadori estaba preparando una plataforma de libros digitales, pero en su momento no encontré nada ni me escribió nadie", comenta.

La cuestión del IVA
Uno de los posibles atenuantes del miedo de autores y editores a la piratería es la reducción del precio del libro electrónico respecto al libro en formato físico, algo que haría que el producto fuese más competitivo. El problema es que, actualmente, pese al ahorro en los costes de impresión, distribución y almacenaje (en torno a un 30%), los e-books son más caros que los libros tradicionales. ¿El principal problema? El IVA.

El pasado mes de diciembre, Ángeles González-Sinde anunció que tenía la intención de equiparar los libros electrónicos a los impresos rebajando el 16% de tributación hasta sólo un 4%. Este mismo mes se ha sabido que dicha reducción no será posible, puesto que la normativa europea impide aplicar reducciones fiscales a los libros electrónicos, ya que a este tipo de transacciones se las considera comercio electrónico y por tanto no se les puede aplicar un tipo superreducido.

Incluso dentro del ebook existe un tipo de discriminación, ya que la reducción al 4% no es aplicable a los libros descargables de la Red pero sí a quellos que se distribuyan en soportes físicos tales como CDs o memorias USB.

Los editores españoles han manifestado su intención de defender la reducción del IVA ante la UE, una postura que Sinde considera lógica. "Me parecen razonables esas peticiones porque siempre hablamos que la difusión de la cultura por Internet es el presente y el libro no debería ser muy distinto si es en papel o si es electrónico", dijo.

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